lunes, 12 de julio de 2010

RUTH PÉREZ AGUIRRE

FINALISTA DEL II PREMIO INTERNACIONAL DE RELATO BREVE BELLVER. MALLORCA, ESPAÑA. 2009
RUTH PÉREZ AGUIRRE


REGALO DE CUMPLEAÑOS
cuento


Era el consentido de la casa y ahora que cumplía nueve años decidí darle un regalo especial: llevarlo al teatro. De pequeño demostró gran interés por los programas en la televisión de música y ópera. Cuando las veía las cantaba, pero no completas, sólo las partes de los tenores. Lo mismo le escuchábamos el papel de Alfredo y su padre, en La Traviata, o de Rigoletto y el Duque de Mantua.

Íbamos de etiqueta, yo de traje, él su saco de terciopelo. Antes de entrar, le hablé con claridad: --Aquí no podrás cantar, si te escuchan te sacarán en un dos por tres y tu festejo quedará arruinado. No dijo nada, pero bajó la cabeza en señal de que estaba de acuerdo.

--Lo siento, él no puede pasar –dijo el encargado, y sin mirarnos nos señaló la salida.

--¿Por qué? –Pregunté con tono quejumbroso— es su cumpleaños y le he ofrecido de regalo esta ópera. –Pero no le importó.

--Le repito –dijo, en tono más severo— para él está prohibido.

--Mire, señor, usted no comprende porque no lo conoce; él, a su corta edad, está tan interesado en esta ópera que incluso ya leyó el libro La dama de las camelias, de donde se inspiraron para escribirla y que el maestro Verdi musicalizó— Dije, tratando de convencerlo con mis conocimientos. No logré nada. Entonces se me ocurrió otra idea:

--Permítanos entrar sólo cinco minutos, si veo que su comportamiento no es adecuado, yo mismo optaré por salirnos de inmediato. –Nos miró y sonrió.

Emocionados ocupamos nuestros asientos. Minutos después miré hacia atrás, el encargado se retiraba tranquilo viéndolo tan concentrado en la escena, como cualquiera del público.

--Tenía razón, señor –dijo, cuando salíamos, dirigiéndole una sonrisa a Mailo-- su perro es extraordinario.

--¿Ve que estaba en lo cierto? –Repliqué, poniéndole mala cara--. Cuando regresábamos, Mailo iba cantando una de las arias de Alfredo, su rol favorito.

domingo, 11 de julio de 2010

De la poesía de Dinko Pavlov

Quisiera creer que los susurros

apagados que cruzan mi ventana,

provienen del albo ojo nocturno

advirtiéndome que el canto

en mi memoria

no viene del océano,

ni es el choque del viento,

es el espeso sonido de la niebla

tragando distancias.

 
 
Corta tus rasgos el filo de una pausa

con helados espasmos

exhalando largo suspiro,

entonces, triunfal,

a la hora indicada,

al son de cantos gregorianos y cirios,

apareces,

duro el rostro,

acallando voces a tu paso

el índice en los labios

en señal de perentorio silencio.







Se apaciguan mis antiguos dolores

bajo la inmensidad de ese cielo

tantas veces sordo a mis plegarias,

los brazos del sol tocan los míos

juego otoñal de amarillos reflejos

golpeando mi melancólica memoria,

deslizando por mi ajada tez,

partículas marinas

que semejan llanto.